Galería fotográfica del Triatlón Olímpico Hoces de Cuenca (Agosto 2017)
Triatlón Olímpico Hoces de Cuenca 2017
Galería fotográfica del Triatlón Olímpico Hoces de Cuenca (Agosto 2017)
Galería fotográfica del Triatlón Olímpico Hoces de Cuenca (Agosto 2017)
Este fin de semana hemos vivido una aventurilla de las que me gustan. Amigos, escapada, competición y turismo. En Cuenca.
Sábado por la mañana, mi mujer y yo recogemos a Javi y Raquel, y nos vamos para Cuenca, que hay que comer pronto para estar en el agua a las 15:30. Vaya horas.
Como repetíamos, en el viaje no aparecieron los nervios. Solo charla, bromas y risas. A eso de las 12 entrábamos a Cuenca, con la idea de coger el dorsal, colocar las cosas en la T2 y buscar un sitio donde comer. Repetimos también sitio para comer. El hombre es un animal de costumbres.
Al terminar de comer fue cuando los nervios dicen de aparecer. Comentando la jugada, Javi y yo, intentábamos convencernos de que no los necesitábamos pues con mejorar la marca del pasado año, cosa nada difícil, teníamos más que suficiente. Pues al río, que nos esperan…
Llegamos, hacemos cola y recogemos el chip. Esto parece un triatlón de los de verdad, cosa que se confirmó, cuando pudimos darnos cuenta del nivel que hay en él. Vemos a Alberto, a Juan Carlos y a algunos de sus compañeros del Extermin. Ya vamos conociendo a más gente.
Nos ponemos el neopreno, la crema solar y le hacemos “un par de muescas”, como si del cinturón de un pistolero se tratara. Venga, ya tengo otra tarea más para la semana que viene.
Nos hacemos una foto, en la que parecemos el muñeco de Michelín, que se ha caído a un pozo de petróleo, y nos metemos al río. Fresquito.
Al igual que el año anterior, el bocinazo nos pilla apartándonos del tumulto que se va a pelear por salir los primeros del agua. Esta vez, me he quedado más atrás de la cuenta. Ahora toca adelantar, y pegarme con los que están atrás. Bueno, tampoco adelanto mucho…
Unos golpes más tarde, salimos del agua. 28:37. No está mal, aunque mejorable. Cuando aprenda a competir.
La cremallera del neopreno no baja, desesperación. Me paro y empiezan a adelantarme. Busco entre la gente una cara conocida para que me ayude y no veo ninguna. Sigo andando, va a hacer mucho calor para hacer el sector de la bici en neopreno. Bromeo. Pego un tirón y baja.
Salimos con la bici, tras el penaero de quitarse el neopreno comienza otro. Subir. Tal y como tenía pensado, me “trago” un gel. Me fui encontrando bien, aunque el recorrido era durete. Hasta el km 25, en el que las piernas empezaron a flaquear. A veces, un punto tan importante como es la alimentación, no se debe tomar a la ligera. Ya no tiene remedio. Cuando empiezan los sube y bajas a las piernas no les da para hacer los “sube”. Aunque apretara en las bajadas, no daba para llegar a coronar las pequeñas subidas y nos quedábamos clavados. A todo esto nos seguía adelantando gente.
Cuando entramos a Cuenca sentí una sensación de alivio, quizá pensando que ya no tendría que subir más cuestas. Bueno, quedaba una.
Entramos en la T2, y al bajarme de la bici, mareo. Las cervicales. Levanto la cabeza, y allí está Javi, esperando. Menudo tío. Venga macho, vamos.
Empezamos a correr y me confiesa que no puede con las coplas de un ciego. Petardazo. Pajarón. Yo que soy muy solidario para estas cosas, le digo que lo dejamos. “No”, me dice él. “Termina, que para eso hemos venido“. Nos paramos un par de veces en la primera vuelta, le intento convencer de dejarlo, y gana él. Me convence de que siga, que termine y me deje de sones.
Sigo corriendo, como puedo. No podía imaginar que, a un Ultraman, le pudiera ocurrir algo así. Hasta que pude recomponerme de la situación, me costó vuelta y media en la que fui arrastrando los pies y la cabeza por el recorrido del parque. Solo me despertaba cada avituallamiento, cuando me echaba un vaso de agua helada en la cabeza. En uno de ellos, al pasar el puente, había una señora mayor, regándonos con la manguera de su casa. Que grande!!!
Al final, acabamos mejorando el tiempo del año anterior, pero con una sensación agridulce porque me hubiera gustado bajar de las 3 horas. Me quedé cerca.
Después vino lo bueno.
Salimos a cenar, y tomar algo. Incluso nos dio para bailar un rato. Un poco de diversión, de eso se trata.
Hay una buena organización detrás de una prueba como esta, quizá por eso venga gente con tanto nivel. Esto nos hace pensar si domingueros como nosotros hacemos bien en venir a un evento de estas características. De momento, tenemos casi un año para pensarlo.
– Y esta es la galería del evento [ Ver Galería ]